Cultura Celta
Cultura
Celta
No obstante, los celtas no fueron tan sólo
simples guerreros salvajes y combativos, sino que también tenían una gran
afición a la poesía y la narrativa. Ello lo demuestra el hecho de que en sus
banquetes nunca faltara la presencia de un poeta de un escritor. A los escritores se les denominaba
bardos y éstos solían cantar según las ocasiones, himnos de loa a los héroes de la tribu o bien canciones de
burla o caricaturescas dedicadas a sus
enemigos. Los bardos practicaban una poesía épica y lírica y también una poesia sagrada, puesto que la enseñanza recibida por los druidas lo era en verso.
Sin embargo,
nada ha quedado de esa literatura. Aunque los celtas adoptaron el alfabeto griego y algunas monedas e inscripciones
han demostrado que practicaban la escritura, razones de tipo religioso les
impidieron transcribir estos textos literarios los cuales eran transmitidos por
tradicion oral.
Ciertamente
, resulta algo difícil imaginar una sensibilidad artística en tan bravos guerreros.
Los romanos, que como todos los habitantes mediterráneos no poseían una gran
estatura y eran de tez morena, veían a los celtas como «gigantes blancos», una
imagen ésta que se encuentra en todas las descripciones de la época. La verdad
es que los romano: se sentían bastante impresionados y aveces, atemorizados con
el pueblo celta y ello se debía en parte a que los celta: demostraban siempre
poseer una valen tía sin límites y, sobre todo, un desconocimiento absoluto del
miedo. A este respecto se cuenta que en tiempos de Alejandro Magno, un famoso
guerrero celta fue llamado a comparecer ante el rey de los macedonios.
El monarca
le preguntó: «¿Existe realmente algo de lo que tengáis miedo?» La respuesta del
guerrero no se hizo esperar y, sin titubear, le contestó: «Sí. A que el cielo
se nos caiga encima de la cabeza.»'Desde entonces se ha especulado con
distintas explicaciones a esta asombrosa respuesta. Unas descansan en la
superstición religiosa que practicaban los celtas. Otras señalan que se trató
de una osada respuesta a una pregunta absurda. Sea de una forma o de otra, lo
cierto es que los celtas eran muy dados a las supersticiones de todo tipo y
también a la celebración de ceremoniales y ritos cuyo sentido esencial era,
generalmente, perpetuar sus actos y demostrar la valentía de sus hazañas. A
este respecto, es muy destacable su afición por la caza de cabezas. Para ellos
no existía nada más bello que coleccionar las cabezas de sus enemigos más
valientes. El historiador griego Posidonio tuvo ocasión de comprobarlo por
experiencia propia cuando, en la Galia, observó cómo los celtas colgaban las
cabezas de sus enemigos en sus corceles durante las batallas e incluso solían
colgarlas a las entradas de sus casas como si de campanas se tratara.
Parece
ser que los celtas embalsamaban las cabezas con aceite de cedro y las más
valiosas las introducían en pequeñas cajas de madera para presentarlas
orgullosos a sus visitas. Según los estudiosos, estos patéticos ritos tenían
ciertamente algo de misterio y de esoterismo, pues el poseer la cabeza del
enemigo venía a demostrar que la energía y la fuerza de la víctima pasaban a su
amo.
Sin
embargo, este pueblo tan beligerante no perdía el tiempo en períodos de paz.
Los arqueólogos han encontrado pruebas suficientes para poder asegurar que los
celtas fueron un pueblo altamente desarrollado desde el punto de vista
técnicoeconómico. Numerosos hallazgos han demostrado que las ciudades celtas
poseían redes viales de carreteras y calles trazadas con absoluta precisión.
Los arqueólogos hicieron otro descubrimiento sobre el pueblo celta que les dejó
más que sorprendidos: por aquel entonces, los celtas disponían ya de su propio
«polígono» industrial con su manufactura de cerámica, talleres metalúrgicos,
instalaciones de producción e incluso su propia fábrica para acuñar monedas.
Uno de aquellos sectores industriales fue la producción y extracción de sal.
Esta no se utilizaba únicamente como especia sino que, en una época en la que
no existían frigoríficos, la sal se convirtió en uno de los medios más eficaces
para el almacenamiento y conservación de los alimentos. En el denominado
Salzburgeland, país de los castillos de sal, situado en la zona del sureste de
Bavaria, floreció en seguida una poderosa industria salina, incluso los arqueólogos
descubrieron en sus alrededores una mina de sal explotada por el pueblo celta
hace más de 2.500 años.
ver: Celtiberia
Los Celtas
Lo Druidas
Lo Druidas
Fuentes:Historia
general de las civilizaciones. Colección Destinolibro. Vol men 75. Ediciones
Destino. Barcelona, 1980. Los celtas. Venceslas Kruta. Colección Biblioteca de
la Historia. Vol men, 58. Editorial Sarpe, Madrid, 1986. Los celtas y los galo‑romanos.
Jean Jacques Hatt. Editorial Juve tud. Barcelona. 1976.
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