Como medir la inteligencia 2
La creación
de las primeras pruebas
Alfred Binet
En 1894, un
renombrado psicólogo francés abordaba la cuestión con mejores fundamentos,
ateniéndose a la memoria, la imaginación, la comprensión de frases y los
juicios de valor de unos niños ante algunos sencillos ejercicio. En 1903 Alfred
Binet, que así se llamaba, publicó un estudio sobre el desarrollo mental de sus
dos hijas.
Binet había
nacido en Niza en 1857 y se doctoró en Ciencias en la Universidad de París, La
Sorbonne, donde, en unión de su colega Henri Beaunis, estableció el primer
laboratorio de psicología en Francia, del que sería director hasta su muerte en
1911.
Binet se
había interesado al principio en hipnotismo y psicología de los anormales, pero
su interés por la medida de la inteligencia haría definitiva su fama.
El informe
sobre sus hijas suscitó un gran interés, pues por aquel entonces el Ministerio
de Instrucción Pública pretendía crear una comisión para el problema de los
niños subnormales en las escuelas. Los estudios de Binet venían como anillo al
dedo, y fue incluido lógicamente en la comisión.
En
colaboración con el psicólogo Theodore Simon (1873-1961), Binet fue ideando
pruebas para determinar la agudeza, perspicacia y, en general, las diferencias
de aptitud entre niños subnormales y también entre niños de diferentes edades.
Por ejemplo, pruebas de vocabulario, imaginación y atención, para determinar la capacidad mental; esfuerzo
muscular, estimación de distancias o comparación de formas servían para medir
la habilidad física. Binet no era especialmente presuntuoso y I eludía hablar
de inteligencia; él mismo llamaba trucos a sus pruebas.
Pero en
-1905 Binet y Simon publicaron un extenso trabajo en el que exponían sus
«nuevos métodos para el diagnóstico intelectual de los anormales y
sistematizaban la lista de 54 pruebas ordenadas de menor a mayor dificultad.
Esta Escala
Métrica de la Inteligencia fue, pues, el primer test verdaderamente útil de la
historia. Los chicos iban pasando detesten test, del más fácil al más difícil,
hasta que no podían seguir. De este modo se hacían las comparaciones.
Ideadas
para los niños retrasados, estas pruebas se fueron ampliando a chicos normales
y de mayor edad- En 1908 se practicaron en niños de tres a trece años; en 191 1
otra revisión los extendió a los de quince años.
A título de
curiosidad podrían recordarse aquellas primeras pruebas en las que, en 1911,
los niños franceses de tres años de edad podían indicar su nariz, ojos y boca;
repetir números de dos ceras, dar su apellido o repetir palabras de seis
sílabas. Los de quince años eran ya capaces de repetir siete cifras por orden,
hallar tres rimas consonantes de una palabra dada o repetir una frase de
veintiséis sílabas.
Comments
Post a Comment