Las Helices (2)
El futuro incierto de las helices (parte 2)
En realidad, la primera asociación mental que se produce ante el
concepto de hélice es la de un tornillo aéreo. Así fue como la concibió
Leonardo da Vinci, aunque en posición vertical, como un helicóptero. De hecho,
las primeras teorías aerodinámicas (e hidrodinámicas) se basaron en tal idea,
añadiendo el concepto de resbalamiento; esto es la diferencia entre el avancé
teórico de la hélice actuando como si se atornillara en el aire (o en el agua)
y el desplazamiento real, algo menor, explicado porque el medio en el que se
producía el atornillamiento era fluido y por tanto cedía, hacía «resbalar» a la
hélice. Durante el siglo xix, las hélices marinas, únicas que se producían, se
hacían deforma intuitiva, a falta de conocimientos teóricos exactos. A
principios de este siglo, Kutta en Alemania y Joukowsky en Rusia concibieron la
teoría llamada «circulatoria de la sustentación» que explicaba la creación de
un empuje normal (es decir perpendicular) a una superficie sobre la que
circulaba una corriente dependiendo del ángulo que formase con la misma. Un
ejemplo muy fácil es el que producen las alas de un avión; o si quiere probarlo
de forma sencilla, pruebe a sacar la mano por la ventanilla de un automóvil con
la palma mirando hacia el suelo: notará una fuerza hacia arriba que se
acentuará si comienza a inclinarla suavemente hacia atrás.
Inmediatamente, la hélice fue considerada un ala giratoria cuya
sustentación era la tracción hacia adelante, en el sentido de avance. Ello
permitió el diseño de hélices aéreas bastante eficientes, como las fabricadas
por los hermanos Wright, lo que a su vez hizo posible por vez primera el vuelo
de un aparato más pesado que el aire.
Pero, en los años finales de los cuarenta y principios de los
cincuenta, al elevarse la velocidad de los aviones y aproximarse a la del
sonido, se encontró el límite de eficacia de las hélices: entraban en la zona
transónica antes que el propio avión y con ello perdían rendimiento
rápidamente, imposibilitando que el aparato por ellas propulsado rebasase la
barrera del sonido, al manifestarse la compresibilidad del aire.
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